El Guardián entre el Centeno
Cuando encaré la lectura del libro de Salinger lo hice a modo de asignatura pendiente. Durante estos días me dedico a recuperar libros que debería haber leído hace tiempo y que por una cosa u otra no hice. Confieso que me sentía un poco amedrentado ante la idea de leer uno de los libros más influyentes del pasado siglo. Maldito donde los haya "El Guardián entre el centeno" ha sido tanto referente contracultural, como fruto de polémicas y precisamente en eso está el encanto de esta novela.
En ella se narran en primera persona la peripecias de un joven llamado Holden Caulfield, durante un fin de semana en Nueva York, tras ser expulsado de la escuela secundaria donde estudiaba.
Holden es un joven desengañado, disfuncional, atrapado en un mundo que el considera falso y rodeado de gente más falsa y superficial que el propio mundo en el que viven.
Cuando se publicó el libro (hace ya 60 años), causó una gran polémica que tratara sin tapujos y con un lenguaje meridianamente claro la relación de los jóvenes adolescentes americanos con las drogas, el alcohol y la prostitución. Sin embargo, esto en el libro creo que queda supeditado a no ser más que un aderezo en su verdadero objetivo, que quizá sea llamar la atención sobre una sociedad que aliena de tal manera a sus jóvenes que muchos de ellos son incapaces de seguir afrontando sus vidas de una manera racional.
Lo increíble de esta novela es que al leerla no se tiene la sensación de estar ante un libro que fue escrito hace más de medio siglo. De hecho, creo que ahora la historia tiene plena vigencia y que de alguna manera todos hemos conocido a algún Holden Caulfield (yo incluso a más de uno) y eso nos debe preocupar.
Lo que Salinger escribió, sucede ahora con más frecuencia y con desenlaces más trágicos que el del "Guardián". El autor nos intentaba llamar la atención sobre algo que se estaba haciendo mal en la educación de los jóvenes y lejos de arreglarlo lo estamos empeorando. Es triste y da miedo a la vez, imaginar un mundo lleno de nuevos Holdens, sociopáticos, incapaces de sentir empatía y llenos de rabia. Como esos que nos cruzamos todos los días en las calles y que nos hacen preguntarnos:
¿En que falla nuestra sociedad?
